Algo habrá que hacer, por Diego J. García Molina

Algo habrá que hacer

Parece mentira que en pleno siglo XXI nos estén pidiendo desde el gobierno restricciones en el uso de la energía eléctrica y que tengamos unos precios desorbitados de gasolina y gasoil, casi el doble que hace un año, debido a la subida del coste de producción (dónde se usa gas), no de la materia prima en sí, en este caso el petróleo, dado que el barril mantiene su precio más o menos estable. En nuestro país tenemos problemas debido a la mala gestión diplomática del gobierno con nuestro suministrador principal de gas, Argelia, pero es que también en el resto de Europa tienen dificultades, especialmente en Alemania, pues se echó hace años en los brazos del gas barato que le suministraba Rusia; allí cerraron al mismo tiempo sus centrales nucleares, sin prever que existía la posibilidad de un corte de suministro por cualquier motivo, poniendo así todos los huevos en la misma cesta de forma negligente, a pesar de que se le advirtió de dicha posibilidad. No solo de un corte de suministro, la subida de precio unilateral también habría sido un problema si no tienes plan B. El caso contrario es Francia, quien apostó por la energía nuclear y con 58 reactores es el segundo país del mundo con mayor número de ellos tras E.E.U.U., suministrando el 70% de la energía consumida en el país vecino. ¿Cómo estamos en España? Pues tenemos 5 centrales nucleares, dos de ellas con reactor doble, las cuales generan el 21% de energía consumida (la energía eléctrica no se puede almacenar). La primera central de este tipo, construida en 1965 y puesta en funcionamiento en 1969 se cerró en 2006, y otras dos más las tenemos en proceso de desmantelación. Todos sabemos de los problemas que tienen las energías renovables, las cuales generaron más del 40% de la energía consumida en nuestro país, y no es otro que la imposibilidad de garantizar un suministro continuo, el cual si garantiza la nuclear. Es decir, hay días donde la producción de energía renovable es mínima y no queda más remedio, para completar las necesidades energéticas, que utilizar centrales de ciclo combinado las cuales utilizan gas, el tipo de energía generada más onerosa.

En las novelas de ciencia ficción que leí siendo más joven, como las de Isaac Asimov, se describían mundos donde la energía era ilimitada; por supuesto generada por reactores atómicos o de otro tipo, así como viajes en naves capaces de desplazarse por el hiperespacio. Sinceramente, no me imagino un cohete espacial con un molino de viento en la parte delantera y placas solares en los laterales. De hecho, hoy día, los submarinos más avanzados, quizá el arma tecnológica más poderosa que disponen las grandes potencias militares, incorporan un reactor nuclear. Dicho reactor permite que el submarino pueda estar más de 30 años sin repostar, prácticamente toda su vida útil. La única limitación es la obtención de alimentos para la tripulación. Los eléctricos/diésel solo pueden estar sumergidos unos pocos días a alta velocidad y unas pocas horas a máxima velocidad, mientras que el nuclear puede navegar a alta velocidad durante largos periodos de tiempo. Es cierto que hace años de ello pero he llegado a vivir cortes de agua de algunas horas, debido a la sequía que padece el sureste español pero nunca imaginé que viviría cortes de suministro sin mediar averías de la red eléctrica o sobrecarga por uso excesivo como ha sucedido algún día de invierno. Es obligación del gobierno de turno, por supuesto, garantizar el suministro de energía tanto a las empresas como a los particulares. A precios razonables. Sin embargo, por delirios ideológicos de ciertos partidos, o por imposición de la Unión Europea, no es de recibo aplicar un sobrecoste en la factura final a los consumidores. Con el fin del monopolio energético estatal y la diversidad de tipos de generación de energía el precio debe bajar, no subir exponencialmente como ha sucedido los últimos años. Además de que las empresas son cada vez más eficientes en el uso de la energía, como se puede comprobar fácilmente, así como los dispositivos eléctricos, que cada vez requieren menor energía para funcionar.

De ahí que no se entienda que el gobierno actual continúe con su plan de cerrar todas las centrales nucleares españolas, progresivamente, en poco más de una década; y más cuando el resto de países del mundo están cambiando su política respecto a este tipo de centrales generadoras de energía, cuando no construyendo nuevos reactores. Es más, ni siquiera emite CO2; incluso la Unión Europea, principal adalid mundial en contra de los combustibles fósiles, la ha etiquetado como energía verde. Y tras la catástrofe de Chernóbil se incorporaron mecanismos de seguridad automáticos para evitar casos similares. Si, como indican los datos que he expuesto anteriormente, las cinco centrales (siete reactores) generan el 21% del suministro eléctrico, reactores con tecnología actual, no de hace 40 o 60 años deben ser más eficientes y producir más energía que los que tenemos en funcionamiento. Haciendo números a grosso modo, si construyéramos otros 10 reactores modernos, podrían generar el doble de energía de la que ya producen los actuales, es decir, un 42%, 63% en total. Con lo que se produce actualmente de renovables tendríamos garantizado el 100% del suministro, y podríamos olvidarnos de quemar gas y carbón para producir energía, excepto en situaciones puntuales como cuando no sopla el viento. Con el añadido de que el excedente que se pudiera producir se vendería a otros países generando así riqueza. De todas formas, no es algo que vea realmente factible, al menos con el gobierno actual. No van a cambiar de opinión, es algo ideológico, no de sentido común, le cuesta reconocer los errores o cambiar de criterio con ciertos asuntos. Pasó con el IVA de las mascarillas durante la pandemia, cuando se negaron a bajarlo con el argumento de que Bruselas lo impedía, lo cual se demostró posteriormente falso, cuando sí lo hicieron. Lo mismo ha sucedido ahora con el IVA del gas, tampoco podía reducirse cuando lo pidieron Vox o PP, hasta que no ha quedado más remedio, más como medida electoralista, ante la caída libre del PSOE en las encuestas que pensando en aflojar la carga impositiva del sufrido contribuyente. Además de que se podrían enfadar sus socios de Bildu; recordemos que ETA asesinó a trabajadores e ingenieros de la central nuclear de Lemóniz hasta que el gobierno socialista de Felipe González claudicó y decidió clausurarla sin llegar a entrar en funcionamiento, dado que la banda terrorista no quería nucleares en el territorio que considera como suyo. Lo que sí es seguro es que algo habrá que hacer: sin nucleares y con el gas por las nubes, además, de escaso, las renovables no son suficientes, y como dice el dicho, a la fuerza ahorcan, cuando no queda más remedio hay que tomar decisiones, y si no es este gobierno, será el siguiente. Eso es lo bueno de la democracia, cuando un gobierno no funciona, no es capaz de tomar decisiones beneficiosas, o se convierte un lastre en el bienestar común tenemos la opción de cambiarlo.

 

 

Escribir un comentario